El origen de la riqueza está en la mentalidad
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Todo tiene un inicio. Un árbol nace de una semilla. Un adulto viene de un recién nacido. Una casa empieza con el primer ladrillo que pones.

Así que, ¿cuál es el inicio, en donde empieza la riqueza?

Si nos vamos de atrás para adelante, necesitamos entender un par de puntos acerca de la formación de riqueza.

La riqueza es el resultado de un proceso

La riqueza podemos definirla de manera rápida como una cantidad grande de un recurso.

Aunque normalmente pensamos en riqueza como abundancia de dinero, lo cierto es que el dinero solo es un tipo de recursos. Tenemos otros recursos, como el cuerpo, el conocimiento, la espiritualidad y el tiempo.

En cualquier caso, la riqueza es tener una gran cantidad del recurso del que estemos hablando. Pero como todo en la vida, los recursos no se pueden crear o producir o generar o guardar en una gran cantidad y en un corto periodo de tiempo. Es el resultado de la administración y el ahorro del propio recurso.

De hecho, en el versículo de arriba (Proverbios 21:5), Dios nos advierte que si procuramos medios para obtener dinero de manera rápida, más bien nos estamos actuando de manera insensata y es probable que más bien nos dirijamos a la pobreza por los errores que cometeremos.

Es importante entender bien esto. Roma no se construyó en un día. Las riquezas tampoco se construyen en un día, son el resultado de un proceso de administración e inversión del dinero durante un periodo considerable de tiempo.

Pero una vez que recorrimos este proceso de esfuerzo, tiempo y administración, llegamos al origen. ¿En dónde empieza la riqueza?

La riqueza tiene su origen en la mentalidad

La cita es muy clara: “los pensamientos del diligente”. Es nuestra mentalidad la que nos estorba o la que nos empuja a trabajar para generar riqueza.

Algo interesante, es que tanto el perezoso como el diligente desean mejorar su situación económica (Proverbios 13:4). Pero mientras el perezoso encuentra cualquier excusa para no trabajar (Proverbios 22:13), el diligente está en una búsqueda constante de oportunidades y maneras específicas de aprovecharlas. Al mismo tiempo, está constantemente pensando y trabajando en superar las dificultades que inevitablemente vienen en la generación de riqueza.

De hecho, esta mentalidad diligente es necesaria para poder llevar a cabo este proceso de generación de riqueza que toma un tiempo considerable. De otra manera, podemos abandonar el proceso antes de empezar a cosechar frutos.

En los cursos de Finanzas Personales, de manera general, siempre empiezan enfocándose en la mentalidad. Llevan a las personas a examinar las ideas que tienen sobre el dinero, el trabajo, los negocios, el ahorro, las inversiones, etc. y procuran el cambio de mentalidad de las personas. Sin este cambio, la generación de riqueza es prácticamente imposible.

El diligente se enfoca en oportunidades,
el perezoso se enfoca en los obstáculos

¿Quieres mejorar tu situación económica para ser de bendición a otros? Empieza con tu mentalidad. Empieza a ser diligente desde tu mente, para poder producir riqueza para la gloria de Dios.

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¡Dios te bendiga!